viernes, 16 de agosto de 2024

Cosas que extraño de mi niñez

Dormirme en un lugar y despertar en otro diferente

Caminar a pata pelá por el pavimento caliente 

Comprar dulces a dos por un peso

Mirar un caminito de hormigas por un buen rato

Mojarme en verano con la manguera

Ir al colegio y ver al niño que me gustaba

Atrapar saltamontes

Comer nísperos arriba del árbol y escupir los cuescos

Mandar el juego

Aprender a atarme los zapatos

Sacarme los dientes sueltos

Nadar debajo del agua

Abrazar a mi abuelita


Herencias

Para escribir, hay que leer, dice siempre mi padre

El primer libro que me dio para que leyera fue El Libro de la Selva, el mismo que el tío Carlos le entregó como su primera lectura. Ese dato hizo que naciera en mi una inmensa curiosidad y lo terminé en poco tiempo. De ahí en adelante, mi padre siguió sugiriéndome lecturas. Recuerdo que me decía que yo me comía los libros en vez de leerlos. Y era cierto, si captaban mi atención, los terminaba en un par de días.

De todos los libros que leí en esa época, el que más me marcó, fue La Tregua. Recuerdo que lo comencé una noche en la que casi no dormí. Y cuando llegué a la parte en que Martín Santomé se entera de la muerte de Avellaneda, me sorprendió tan desprevenida, que lloré como una niña.

Fui buena lectora, gracias a mi padre, aunque debo admitir que ya no lo soy. Aun así, de vez en cuando escribo, otra cosa que heredé de él.

miércoles, 18 de agosto de 2021

El fin

Ya te olvidé, dijo ella
No te creo, respondió él
Pues no me creas, replicó ella
Estás mintiendo! espetó él
No, no lo estoy! exclamó ella


lunes, 22 de marzo de 2021

Incendio

La casa estaba en llamas. Detuvimos el auto, porque era de una familia conocida. De pronto la hija menor corrió hacia mi con los brazos abiertos, llorando. La abracé tan fuerte como pude, diciéndole que iba a estar bien. Es todo lo que recuerdo.

lunes, 25 de enero de 2021

Pequeño tormento

Salió de la casa sin paraguas, a pesar de que estaba lloviendo a chuzos. Comenzó a caminar y entonces se dio cuenta de que no sabía con exactitud hacia dónde se dirigía, pero pensó que en realidad le daba lo mismo, la cuestión era alejarse de ahí cuanto antes. No llevaba ni media cuadra, cuando estalló en llanto. No era como esas otras veces en las que unas cuantas lágrimas corrían por sus mejillas silenciosamente. No, este era un llanto compulsivo, violento, agresivo, que hacía que todo su cuerpo se estremeciera de manera que casi no podía controlarlo. Y es que llevaba mucho tiempo reprimiéndolo, ocultándolo, ignorándolo, pero hoy le fue imposible seguir aguantando y colapsó. La calle estaba desierta, así que le importó poco dejar que el torrente fluyera sin tapujos, mientras seguía avanzando hacia cualquier parte. “Por la puta madre” eran las únicas palabras que lograba articular cuando sentía aquella opresión en el pecho, que apenas la dejaba respirar. Anduvo vagando así por largo rato, una media hora tal vez, hasta que de a poco comenzó a calmarse. Entonces decidió buscar algún café que estuviera abierto, pero se dio cuenta de que estaba completamente empapada. “Por la puta madre” volvió a decir y se sentó en un escaño que encontró en una plaza. El asiento se encontraba bajo un frondoso gomero que la resguardaba un poco de la lluvia, pero que no impedía su paso completamente. Había dejado de llorar, pero sus ojos y sus mejillas estaban ardiendo. Su cuerpo comenzaba a entumecerse mientras se preguntaba qué era lo que iba a hacer, aunque en realidad no tuviera ganas de hacer nada.

martes, 8 de septiembre de 2020

Perentorio

Camino a veces intentando quitarte de mi mente, pero infructuosamente. A veces me pregunto por qué es que quiero olvidarte. Tampoco tengo respuesta para eso. Y me lo cuestiono muchas veces, a manera de tarea. Pensando en que si encuentro la razón, podré hallar la manera. Aun así, no hay un instante en el que no atravieses mi memoria. Hay días extraños, en los que hasta logro distinguir tu figura. A ratos también te olvido, no es mentira. Pero es un olvido leve y transitorio, falso. Me lleno de trivialidades, pretendiendo ocupar tu espacio con ellas y logro distraerme de ti. Solamente eso, distraerme de ti. Lo que menos entiendo es el vacío que siento, si todo lo llenas ¿por qué esta soledad incesante? Acaso será por tu ausencia.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Perdida de razòn

Odio mi locura, porque es oscura
Odio mi locura, porque se repite una y otra vez
Odio mi locura, porque me controla sin mi consentimiento
Odio mi locura, porque me vuelve incompresible y ridicula
Odio mi locura, porque me roba

Me roba Quintero
Me roba el San Cristìbal
Me roba el GAM
Me roba el MIM

Odio mi locura, porque me separa de ti
Odio mi locura, porque me roba la felicidad






viernes, 31 de mayo de 2019

Existir

La vida explota frente a mi como un torbellino de sonidos delirantes
Olores desorbitantes
Colores arrolladores
Sabores incontenibles
Texturas inconmesurables

La vida me golpea como una ola de emociones
De pensamientos
De sentimientos

La vida me levanta
La vida me arrastra
La vida me envuelve
Me azota contra la realidad circundante

La vida me lleva, me trae a su antojo a través de pasadizos interminables
De pasadizos llenos de recovecos inexplicables
De pasadizos sin sentido

La vida, la intensidad de su peso casi corpóreo, atraviesa poro a poro todo lo que compone mi desgastado ser

Mi desgastado ser, cansado hasta los huesos de tanto sentir
Abatido y desolado de tanto experimentar
Abatido y desolado de tanto percibir
Abatido y desolado de tanto vivir

La vida me agota
La vida me agobia

Me drena sin misericordia alguna
Me envuelve sin tregua
Me invade
Me posee
Me ahoga

Minuto tras minuto, segundo tras segundo, la vida me obliga a vivirla en exceso
A llevarla impreganda en el cuerpo, despedazandome con su lepra

La vida me destruye
Me da duro una y otra vez, hasta dejarme inerte
Hasta dejarme abandonada en medio de mi misma
Hasta dejarme anhelando nada más que la oscuridad

Nada más que el silencio
Nada más que el descanso
Nada más que la insensibilidad de la muerte 

Nada más que el relajo de mis sentidos doloridos de todo albergar
De todo contener
De todo soportar
De todo cargar

Hasta dejarme anhelando nada más que el sueño eterno de mi alma deshojada por el  torbellino del mundo que me abusa una y otra vez, violando la virginidad de mi corazón expuesto a todo, siempre expuesto a todo



sábado, 4 de mayo de 2019

Acerca de la música

La música es el escape. Es el camino incorpóreo a través del cual se transita sin dificultad alguna, porque en ella no hay obstáculos. A través de su sonido, podemos realizar viajes instantáneos hacia cualquier lugar, época o emoción. Cuando hay música, el mundo deja de existir como tal y se transforma ante nuestros ojos, permitiéndonos tocar la vida desde un lugar distinto que a veces termina convertido en un poema, en una foto, en una película.

Y yo ¿qué hago aquí?

Y es así como en un  mundo lleno de espacios, no encuentra uno para ella. Todos los sitios parecen estar ocupados, como si la taquilla se hubiese vendido completa antes de que llegara al mundo.De cierta manera, debió haber percibido que sería así desde antes de su alumbramiento, ya que a menudo pensaba que los síntomas de perdida que tuvo su madre mientras la esperaba, habían sido más bien intentos de suicidio de su parte. Era como si presintiera en lo más profundo de su diminuto ser, la soledad que le esperaba en el exterior. Y es que se dice que un bebé en gestación, siente más intensamente de lo que incluso podemos imaginarnos. Cosa extraña, ya que a la luz de los últimos estudios, un feto no llega a ser considerada una persona, sino hasta que nace

viernes, 3 de mayo de 2019

Rodeos

Mi mente divaga a través de la oscuridad, buscando desesperada aquella luz que la guiará a la salida. Son helados los pasadizos del pensamiento, intrincado el camino hacia lo interno. A menudo cree que la última idea que ha tenido, será la que resuelva el acertijo que libere al fin su alma atormentada. Pero resulta que tal salida no existe, tal como ella percibe, pero no acepta. Porque ¿qué sería de ella finalmente si sucumbe y reconoce que no tiene escape?

miércoles, 1 de mayo de 2019

Estación Pajaritos

Huele a café en aquella estación de metro. Las personas caminan presurosas en busca de sus destinos. Las observo y percibo tanto futuro, tanta esperanza, tanto entusiasmo. A veces cansancio, a veces tristeza, no lo niego. Pero aun así, cuánta vida hay en ellos.
En medio de todos, me encuentro yo. 
Yo, que intento desesperadamente sofocar el grito desgarrador que oprime mi alma...
Yo, que intento desesperadamente mantenerme en silencio...
Yo, que intento desesperadamente seguir en pié...
Yo, que intento desesperadamente...
Yo, que intento...

Yo no valgo un carajo.

domingo, 24 de marzo de 2019

El arte de hablar sin decir nada

Mientras más lo pienso, más confuso se vuelve el asunto. Y es que no se si se debe a algún tipo de falta de información o a que sencillamente, la cuestión no tiene explicación. Por que, ¿qué mierda es el "amor", después de todo?. Claro, entiendo que existen miles de elucubraciones al respecto, pero cuando hablamos en concreto, ¿cuantas de ellas pueden llevarse a la práctica?. Me refiero a que, en la vida cotidiana, la teoría nunca calza con la realidad. La maraña que significa cada relación es tan compleja, que hace que ese "amor" se vuelva absurdo, que pierda cualquier significado. Y en el caso de que la teoría cobrara aunque fuese un poco de sentido, la verdad es que llevarlo a cabo es francamente imposible. Entonces, si no se trata de "amor" lo que estamos experimentando, ¿de qué se trata?. ¿Qué es lo que efectivamente sentimos hacia ese otro?. Personalmente, creo que no estamos hablando más que de una exorbitante cantidad de egoísmo.

martes, 12 de marzo de 2019

La culpa es mía

La culpa es mía por seguir viendo el mundo con la inocencia de un niño
La culpa es mía por confiar a ojos cerrados y a pié juntillas
La culpa es mía por entregar la vida tan ingenuamente
La culpa es mía por andar con el corazón en la mano
La culpa es mía por dudar de la maldad de la gente
La culpa es mía por poner siempre la otra mejilla
La culpa es mía por hacerme vulnerable
La culpa es mía por no tener orgullo

La culpa es mía por seguir siendo una idiota

jueves, 7 de marzo de 2019

Tres frases cortas

Mi existencia se disipa como el humo de una vela recién apagada
No quiero ningún  registro de tu vida en la mía
Las semanas se comen a los días

miércoles, 17 de octubre de 2018

Orden en la sala

Los pensamientos que iban y venían intentan alinearse uno tras otro, pretendiendo organizarse y encontrar el orden, aunque dudo que aquello sea posible. Que sea posible que una idea pueda seguir a otra siempre de manera coherente, ya que nunca lo he conseguido, aunque sé que lo he intentado. Porque la cuestión es que una vez tomado un curso, algo inesperado sucede y vuelven a dispersarse. Ahora por ejemplo, ya mi razonamiento comienza diluirse y a dar paso a otro totalmente diferente, ajeno al tema. ¿Cuánto tiempo transcurrirá antes de que se pierda?.

lunes, 15 de octubre de 2018

O

El redunda
Yo redundo
Tú redundas
A veces el mundo redunda
Todo comienza y termina en el lugar en el que empezó
Un momento pareciera ser circular, al igual que una pelota
Circular, al igual que el viaje de un sonido que sale de tu boca y entra por tus oídos

domingo, 14 de octubre de 2018

Acerca de las lágrimas

Las lágrimas se componen mayormente de sal, porque la sal es un preservante natural que ayuda a conservar las penas en perfecto estado.

Eschscholtzia californica

Los dedales de oro se abren como pequeñas lenguas de fuego a través de los senderos que atraviesan mi camino. Destellantes tonos anaranjados y sutiles pinceladas amarillas iluminan mi día, aun más que el sol.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Entresueños

A través de las tinieblas caminan juntos
A través de la fantasía caminan juntos
El sueño y la muerte caminan juntos
De la mano caminan juntos

Caminan juntos cada vez que duermes
Caminan juntos cada vez que mueres

Solamente la vigilia los separa
Solamente tu vigilia los aisla
Solamente tu vigilia los aisla

viernes, 28 de septiembre de 2018

Insomnio

Clavado en mi mente, atraviesas un universo que continúo intentando abarcar sin éxito alguno. Una pesadilla lúcida es lo único que consigo vislumbrar. Pesadilla lúcida que recorre mis huesos, carcomiéndolos como un cáncer que no tiene remedio, porque no eres real y lo sé.
Mañana es hoy.

Es maldad

Es maldad que me obligues a amarte
Es maldad encender una luz que prefiere no brillar
Es maldad soplar las cenizas de un fuego casi extinto porque "donde fuego hubo, cenizas quedan"

Skate Park

Momento fugaz en la memoria
Copia de un espacio transparente
Fotografía eternamente suspendida en un instante
La memoria de tu alma y la mía, aunque tú lo ignores, aunque yo no lo sepa

jueves, 16 de agosto de 2018

Ending

Entonces lo tomó
Olvidó su dulce alegría
Ahogó sus gritos y llanto
Se despojó de su placida dicha

Cavó hasta lo más profundo
Abrió un hueco en lo más hondo
Se ensordeció a sus gemidos y súplica

Lo enterró para dejarlo vivir para siempre en absoluto silencio
Lo enterró hasta cubrirlo y dejarlo vivir para siempre en absoluto silencio

En absoluto silencio

Beginning

Sentada en medio de la noche, observando el infinito, advirtió sorprendida que ambos tejados se unían conformando el ángulo de lo que pareció ser un corazón. Sus ojos incrédulos se levantaron y abrieron, abarcando lo inabarcable. Aquel corazón se había abierto inexplicablemente. Inmediatamente comprendió que de eso se trataba aquello que eternamente le había rondado el pensamiento. El amor trascendía cualquier entorno espacial y se disipaba en el universo de un alma que se conectaba con la suya, más allá de los límites de lo corpóreo, de lo palpable. Fue ese el momento exacto en que se sintió súbitamente enlazada con todo lo que estaba vivo y se transmutó en ello. Y fue vida, fue amor, fueron dos, eran uno. La sola idea de haber alcanzado finalmente lo que tanto anhelaba, hizo que al igual que aquel dibujo nocturno, su mente se abriera y se conectara con otra realidad. Una realidad que es accesible solamente a los que han logrado amar como ella. Desde esa noche su mente permanece ahí, en ese lugar al que siempre perteneció aun sin saberlo.

domingo, 24 de junio de 2018

Acerca de los árboles

Cerca de la casa de mi abuelita, no había muchos arboles. Y los que había, eran de tronco largo, copas altas y hojas moradas. Cuando mis papás entraron a la Misión, nos fuimos a vivir a Villa Alemana, en una casa quinta enorme, o al menos así me parecía a mi, porque yo era muy chica. Al fondo del sitio, había un árbol gigante. No sé de qué tipo era, pero lo importante era que se podía escalar. En ese tiempo fue que aprendí a subirme a ellos. Y lo amé. Desde ese entonces y por muchos años durante mi infancia, llegar al tope, a lo más alto posible, fue siempre mi meta. Es que estar arriba de un árbol, sobretodo cuando hay viento, es una de las experiencias más hermosas que existen. Mecerte sobre sus ramas, oír cómo te murmuran sus hojas, poder ver desde lo alto y sentir que estás un poquito más cerca del cielo en medio de tanta belleza, te sana el alma. 

viernes, 22 de junio de 2018

Verano en Chancón


- La leche está tibia, no me gusta así…
- Es que está recién ordeñada, ¿por qué no te gusta?
- Está salada
- No seas mañosa, tómatela no más
- Esas plantas que crecen a la orilla de la acequia parecen colchón de novia… ¿No se podrán llevar a     a la casa en una bolsa?. ¿Cuánto durarán?. 
- No mucho, tienen que estar en agua corriendo…
-  ¿La leche que ordeñan en la mañana temprano ¿de esa es?, ¿ y cómo está caliente?
- Es que esta la ordeñaron recién, ya te dije ya, y le sale caliente a la vaca… Ya pues, termina luego
- Y después, ¿puedo salir?

Mi hermana es una loca, parece un animalito. El otro día estábamos jugando a atrapar a los patitos y la otra le puso un pié encima… lo aplastó tan fuerte que se murió. Después le salía una cosa por la boca, ¿qué sería?. Lo tiramos al río y se fue rápido con la corriente. Me dio pena, y a la pobre Paula también. Pero más pena me dio su tristeza... La de ella.

- Y con la otra leche que queda en la mañana, ¿con esa hacen el quesillo? Y ¿qué es ese polvo amarillo que le echan?

lunes, 2 de abril de 2018

When you wish upon a star

Quién iba a pensar que lo único que aprendería hoy en esa clase sobre astronomía, era algo tan sabido como que las estrellas fugaces no son estrellas. No, no son estrellas y no, no lo sabía. Supuse que la duda era tan tonta, que no me atreví a hacer la pregunta en la ronda que se hizo al final de la charla, así que me acerqué a la joven cuando terminó la exposición y se la comenté en privado. Me había quedado dando vueltas en la cabeza, desde que mencionó que las estrellas explotaban al morir. Si es así pensé, ¿en qué momento es que el astro cae agonizando y atraviesa el firmamento nocturno? En ninguno, me dijo ella, porque lo que cae atravesando el firmamento nocturno no es una estrella, sino un simple asteroide que al tocar la atmósfera se enciende y brilla dejando una estela luminosa tras de sí, haciéndonos creer que es, lo que en realidad no es. Ahora que lo sé, me siento un poco triste y hasta me hubiese gustado seguir en mi ignorancia, porque la verdad es que la idea de una estrella moribunda, surcando el firmamento en medio de la noche, a la cual podía pedirle un deseo, me parecía de lo más hermosa...


sábado, 17 de marzo de 2018

viernes, 16 de marzo de 2018

Yo contra el mundo

Recuerdo que quería ser grande. Quería ser la más alta de mi clase. Creo que lo quise tan profundamente, que fue la intensidad de mi deseo la que me hizo crecer. Y crecí tanto, que eso que anhelaba, se cumplió. Fui la más alta de mi clase. Pero lo mío no eran simples aires de grandeza, lo mío era algo práctico. Sucede que cuando eres una niña y además eres pequeña y encima enclenque, el mundo se cree con el derecho de tomarse la libertad de pasarte por encima. Y así lo hacía conmigo. Fue entonces que se me ocurrió que si era grande, el mundo me tendría más respeto y hasta me tomaría un poco en serio. Lo que ocurrió, en cierta medida, ya que desde entonces y hasta ahora, el mundo se la piensa dos veces antes de meterse conmigo. Lo único que lamento de todo ésto, es que hay ocasiones en las que me gustaría que el mundo recordara que también soy vulnerable, y pequeña y encima enclenque... aunque no sea a simple vista...


martes, 27 de febrero de 2018

Como Fredrick

Hace tanto tiempo que no utilizo este blog como diario, que me resulta un poco extraño volver a hacerlo, pero hace rato que la idea me anda rondando y... Ni siquiera tengo una clara noción acerca de qué es lo que quiero decir, pero se me agitan las ideas y los dedos me piden palabras. Tal vez podría partir diciendo que estoy de vacaciones en Santiago hace casi ya un mes. Que falta poco para que vuelva a mi casa y aun menos para regresar a la rutina de mi vida diaria. Es extraño como al sentir que se termina el verano, la vida se me va poniendo cuesta arriba y percibo una leve angustia cuando pienso en lo que me espera. El otoño y el invierno solían ser mis estaciones favoritas cuando era adolescente. Los días grises y en especial los lluviosos, eran los más esperados. Y es que en esa época, la melancolía no me molestaba en lo absoluto, al contrario, la disfrutaba al máximo. Ahora, después de muchos años y una cantidad no menor de sucesos bastante tristes, la melancolía ya no es tan de mi agrado. Es más, prefiero evitarla, dentro de lo posible. La cosa es que tengo la sensación de haber caminado a través de un oscuro túnel durante bastante tiempo, túnel del que he logrado salir no hace mucho y al que no quiero volver, ojalá nunca. Es por eso que me gustaría que mis veranos fueran eternos, que la primavera durara para siempre y el sol brillara sobre mi cabeza todos los días. Un imposible, claro está. Entonces no me queda más que ahorrar verano para el invierno. Llenar mi alma con el amor y el cariño de quienes me aman y me quieren. Juntar abrazos y risas, para abrigarme con ellos durante la otra mitad del año. Ahorrar energía para subir la cuesta con éxito y recibir la próxima primavera con los brazos abiertos.

sábado, 24 de febrero de 2018

Te doy

Un alma débil
Un corazón roto
Una mente frágil

Un cariño tímido
Un amor asustadizo
Una sonrisa triste

Te doy mis cabellos al viento



martes, 16 de enero de 2018

Ella

Camina apresurado por la vereda, entre la gente. El ceño fruncido, mirando las puntas de sus zapatos a medida que avanza. Cincuenta. Cincuenta y uno. Cincuenta y dos. Va contando sus pasos mentalmente, en un intento desesperado por no pensar. ¡La puta madre!, exclama en voz baja. Y es que ha perdido la cuenta, por enésima vez en media hora. Todo por culpa de esa estúpida imagen. Estúpida, estúpida imagen. La odia. Profundamente la odia, porque no puede dejar de amarla. Porque no puede dejar de verla. La lleva estampada en la memoria, tan clara como una gota de agua. Siempre igual. Siempre blanca, idéntica a una hoja de papel, con los ojos tan negros y tan abiertos como un eterno vacío. Ojos enmarcados en oscuras ojeras de noches no dormidas. No se distinguen en aquella imagen más rasgos que ese par de enormes ojos negros, pero qué importa. Qué importa que no existan más que ellos. Qué importa que no haya otra facción en ese rostro pálido. Qué importa, porque en ese par de ojos, vive el mundo. En ese par de abismos, existe dios. Dentro de esa mirada comienza un viaje. Un viaje sin retorno, sin fin. Dentro de esa mirada, ella te coge de la mano, guiándote a través de mil laberintos, en los que se atraviesan infinidad de puertas, que te llevan a millones de lugares distintos.


miércoles, 14 de diciembre de 2016

Otro diario

Pensé que se había perdido, pero hace un par de días, revolviendo unos papeles, encontré una copia. Una copia del diario que comencé a escribirle a mi hijo mayor, apenas supe que estaba embarazada de él. En ese tiempo trabajaba como secretaria en el Centro de Estudios Públicos y como disponía de un computador, aprovechaba algún momento en que no hubiera nada que hacer, para ir contándole algunas de las cosas que iban sucediendo mientras lo esperábamos. No son muchas páginas, no fui lo suficientemente constante como para terminarlo, pero varias cosas quedaron registradas en el. Cosas sencillas, como por ejemplo el color de la pintura con la que pintaríamos su habitación, la primera ecografía, el por qué elegimos el nombre que lleva. Pequeñas cosas, pero muy significativas. Hoy le pregunté si es que le gustaría leerlo. Me dijo que sí, un poco con interés, un poco por obligación. Un rato después abre la puerta de mi dormitorio y entra llorando a lágrima viva. Me abrazó y me dijo que había sido tan bonito leer el diario. Me agradeció. Me dijo que me amaba. No paraba de llorar, no dejaba de abrazarme. Y volví a sentirme un poco como cuando estaba embarazada, tan cercana a él, tan unida a él...


viernes, 9 de diciembre de 2016

A flor de piel

¡Un coctel de emociones, por favor!, gritó desde el fondo de las entrañas. Luego sacó una pequeña libreta en donde anotó: No pude ser que todo tenga que estar tan normado. No puede ser que no quede espacio para el desorden. Sorbía de a poco la cerveza, mirando por la ventana. Las veredas contienen cientos de personas, dijo en voz baja. Siguió mirando por la mirando hacia afuera, mientras pensaba. ¿Qué pasaría si llegara, la tomara por la espalda, le besara el cuello y la hiciera volver a sentir mariposas volar dentro de su alma?. ¿Si la hiciera volver a volar como a un corazón coraza?. Volvió a fijar la mirada en la libreta y siguió escribiendo: Las emociones merecen poder brotar a su antojo. Se las debiera dejar apoderarse de los pies, los tobillos, las pantorrillas, los muslos, el vientre, el pecho, la garganta, la pera, la boca, los ojos, las orejas, la nuca, la espalda y las manos. Las yemas de los dedos. Dio vuelta la hoja y continuó: ¡No a los celos!, porque son duros como el Seol. Pero, también aderezan la vida, ¿o no?. ¿Acaso no logran hacer que la sangre nos hierva dentro de las venas?. ¿Acaso no logran que nos hagamos dueños de una energía brutal que nace en la base de nuestro estómago y sube hasta alcanzarnos el corazón?. ¿Acaso no logran robarnos el sueño?. Se mordió el labio. Malditos celos que le brindan minutos de vida a mi muerte, susurró. Tomó lo que le quedaba de cerveza. Si sé, estoy divagando, yendo de un lado para otro. Mejor me voy, se dijo. Sacó la plata de su bolsillo, pagó la cerveza, guardó la pequeña libreta celeste, el lápiz de tintagel verde y salió a las veredas que contenían cientos de personas...



jueves, 8 de diciembre de 2016

Un poco más que un mueble

Nací en 1976, tres años después del golpe militar. Pinochet se mantuvo en el poder hasta 1990, por lo que pasé mi infancia y parte de mi adolescencia en dictadura. Durante ese período mis papás y yo vivimos en la casa de mi abuela. Mi abuela tenía ocho hijos en total, tres hombres y cinco mujeres, varios de los cuales seguían estando en la casa mientras fui niña. He dicho otras veces, si mal no recuerdo, que nunca he sabido con certeza, cómo era que ella lo hacía para mantenernos a todos. Si bien algunos trabajaban, otros aun estudiaban y dependían completamente de ella. Fuera como fuese, a pesar de pasar necesidades, nunca nos faltó qué comer. Para mi, ella hacía magia. Magia con dos tazas de arroz y un pollo. Magia con un kilo de pan y varias tazas de té. Magia con un pan de pascua y un jarro de jugo de ciruelas. Magia alrededor de su mesa. Mesa en la que se sentaba a comer sola, después de haberlos atendido a todos. Mesa en la que mis primos y yo tomábamos once antes que los grandes. Mesa en la que me pasé horas escuchando a mis tíos discutir sobre el gobierno, los pacos, los milícos, los detenidos desaparecidos. La misma mesa que heredé y alrededor de la cual me siento con mis hijos cada día. La mesa milagrosa...



miércoles, 7 de diciembre de 2016

¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta

Además de cantar, a mi abuela le gustaba recitar. Tenía un repertorio no muy amplio, por lo que terminé aprendiéndome partes de las poesías que recitaba a menudo. Una de mis favoritas era Doña Primavera, de Gabriela Mistral. También me gustaba esa de "es fea la muchachita que llegó ayer a la escuela...", que no he podido encontrar por ninguna parte. Pero la que mejor le salía era Reír Llorando, de Juan de Dios Peza. Yo creo que era porque ella vivía un poco así, con la risa escondiendo la tristeza... 



"El carnaval del mundo engaña tanto, 
que las vidas son breves mascaradas; 
aquí aprendemos a reír con llanto 
y también a llorar con carcajadas"

domingo, 4 de diciembre de 2016

Levedad

Es de noche. Voy bajando por una calle de Valparaíso. Me cruzo con un grupo jóvenes. Una de las chicas va conversando con otra, "me dijo que estaba enamorado de mi voz", alcanzo a escucharla decir. Luego suelta la carcajada. Yo la percibo entonces tan adolescente, tan leve. No sabe que, tal vez, esa sea la única vez en su vida que le hagan una confesión como esa.


sábado, 3 de diciembre de 2016

Because I love you

Esta tarde salí a caminar. Extrañamente no llevaba puestos los audífonos cuando, al volver, me subí al colectivo. Seguramente me los quité al pagar en la caja del supermercado y me olvidé de volver a ponérmelos. El auto llegó al paradero y me tocó el asiento de adelante. Me senté y cuando estaba por conectarme con mi música de nuevo, el chofér comenzó a hablarme. Así que me vine conversando con él y escuchando la radio. Cuando estábamos por llegar a la casa, pusieron un tema que no oía hace mucho y que me trajo recuerdos adolescentes. Tenía catorce, quince años y esperábamos con mi mejor amiga poder ver el "video clip" en Sábado Taquilla. Era justo el tiempo en el que amaba perdidamente al muchacho aquel. Me encerraba en mi pieza todas las tarde después de clases y ponía un cassette que me grabé, con cuanta canción melancólica cupo y entre ellas estaba ésta, que era una de mis favoritas. Está sonando mientras escribo. Vuelvo a ser una niña enamorada por cuatro minutos con veintidós segundos...






viernes, 2 de diciembre de 2016

Sencillamente difícil

Siempre me costó la canción de la muñeca vestida de azul, zapatitos blancos y cuello de tul. Todo iba bien hasta la parte de "la llevé a paseo y se me resfrió y hoy la tengo en cama con un gran dolor". De ahí para adelante comenzaba la tragedia. Y es que resulta que la dueña de la muñeca, la había llevado al médico y éste le había recetado lo que supongo era un jarabe, indicándole las dosis en las que debía administrárselo. "Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis". Claro, ahora no tengo problemas para hacer las sumas, que son bastante fáciles, pero que ese tiempo me sonaban a un enredo de números que en se amontonaban sin ningún sentido aparente. Lo más grave del asunto, es que yo amaba la canción y quería aprendérmela con toda el alma, pero no había caso. Hoy la recuerdo a veces y la canto con las sumas incluidas. Ahora parecen tan sencillas, pero ¿me van a creer?, a pesar de que lo son, aun tengo que hacer un esfuerzo para sumarlas. Es que siempre he sido negada para las matemáticas...


jueves, 1 de diciembre de 2016

A salvo

Se metió la mano en la boca, hundió el brazo hasta el codo y tanteó hasta encontrarlo. Lo arrancó de cuajo y lo sacó. Lo miró. Y antes de que cualquier otro pudiera hacerlo, lo apretó hasta reventarlo. Luego lo tiró y pisoteó los restos hasta convertirlos en nada. Entonces respiró profundo y suspiro aliviada. Por fin estaba a salvo.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Soledad

Tanto desperdicio 
momentos, 
gestos, 
palabras, 
costumbres, 
maneras, 
manías, 
rutinas, 
detalles, 
nimiedades 
Todo se acumula en la nada

Tiempo vacío sin un otro 

martes, 29 de noviembre de 2016

Y viceversa

Ni vitrinas
Ni espejos
Ni fotos
Ni retratos
Ni ventanas

Ni de perfil 
Ni de cuerpo entero

No mirar mis labios
No mis ojos
No mis pies
No mi vientre
No mis cabellos

No de perfil
No de cuerpo entero

Saberme a tientas
Recorrerme entera
Reconocerme con los dedos
Como las manos de un ciego

Saberme por tu boca
Que describe mi imagen
Explorando mis recodos
Exprimiendo mis entrañas

Saberme a través de ti











domingo, 27 de noviembre de 2016

Nombre imágen

A veces sales a caminar para huir de ti mismo. Una cadena de pensamientos va tras de ti y no hay manera de evadirla. La mente avanza siguiendo tu paso, tu ritmo. Las palabras no cesan de brotar dentro de tu cabeza. No dejan de hablar, todas al mismo tiempo. Borbotones de letras y sílabas, conexas e inconexas, van y vienen de un lado a otro. A veces toman forma, hilan ideas. Otras, son solamente borrones ininteligibles. Entonces lanzas el anzuelo y pescas un nombre. Las vocales y consonantes que lo componen, se alinean ordenadamente para dictartelo. Ese es el momento en el que comienzas a ahogarte. Una opresión en el pecho, un espasmo involuntario te dejan sin aliento. Cierras los ojos, pero en vez de oscuridad, descubres una imagen. Es su rostro, ese mismo que has estado intentando olvidar. ¿O recordar?. El viento juega con tu pelo.



sábado, 26 de noviembre de 2016

El lugar más maravilloso del mundo

El calor del verano se puede sentir en la piel. La brisa cálida se mete por los poros y el aroma de las flores puede saborearse. Se oye el murmullo del río, lejano, que sigue su camino recto entre rocas, árboles, vacas, caballos. Su viaje hacía el mar, entra por los oídos. El verde cándido, juguetón, contrasta con la inmensa lejanía del cielo. No hay una sola nube. El sol gobierna desde lo alto, sin decir una palabra, entregando una sensación de paz y agrado. Desde lo más profundo de la tierra, emerge gigantesco, inmenso, un sauce. Como largos cabellos verdes, sus ramas acarician la tierra y la siente suya, propia. Todo es tan suave, tan imperturbable como el retrato de un paisaje en una tarde veraniega. ¡Si!, el grito corta la imagen en dos, mientras el niño la atraviesa corriendo. La niña lo sigue, un poco más lenta, un poco más acalorada, un poco más contrariada, un poco más incómoda a causa de su vestido, demasiado largo para correr. ¡Ven!, le grita el pequeño, ¡ven ahora!. Ella obedece y, haciendo un último esfuerzo, atraviesa la densa cortina del sauce. ¡Oh, que placer, que frescura!. ¡Qué felicidad más inmensa!. Todo lo desagradable desaparece en un segundo y se deja caer, exhausta, para disfrutar de la sombra, de la humedad, de la frescura, de la risa de su amigo. Su amigo, que desciende desde lo alto de la copa del lugar más maravilloso del mundo. Entonces la pequeña cierra los ojos, alerta a todos sus sentidos y se abandona a ellos. Deja de ser cuerpo, para ser sólo una emoción. ¡Toma!. Sobresaltada abre los ojos, y ve al chico que asorochado estira su pequeña mano. Hice unas coronas, ésta es para ti. ¿Te la pongo?. Ella se sienta y se deja hacer. Lo mira, él la mira y ambos se ríen... Las hojas de las coronas les hacen cosquillas en las mejillas.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Incosnciencia

A veces no había nada para ponerle al pan, entonces me enseñaron a remojarlo en el té. Y yo metía los trozos de marraqueta, sin entender mucho de qué se trataba la pobreza. El pan se iba humedeciendo y las migas se desprendían de a poco, acumulándose en el fondo de la taza. Otras veces no había margarina, pero había aceite. Entonces se agregaba una pequeña cantidad a la sartén, las hallullas se partían por la mitad y se ponían a dorar. Luego se las espolvoreaba con sal. Cuando no había té, quemaban azúcar en una cuchara y la disolvían en agua caliente. Esto le daba sabor y color, lo que provocaba la sensación de no estar tomando agua pelada. En esto consistían, generalmente, las onces en la casa de mi abuelita. Pocos son los recuerdos que tengo de haber comido mantequilla, queso o algún tipo de fiambre con el pan. O haber tomado leche, o café. Qué decir de un pastel o  un trozo de queque. Pero, como dije antes, yo no entendía mucho de qué se trataba la pobreza. Yo era una niña y era feliz. 

jueves, 24 de noviembre de 2016

Cuento corto

Así me fui convirtiendo en una adolescente y seguía amándolo como una loca. Sin freno, sintiendo todo lo que se me daba la gana sentir. Sin límites y sin trabas, mis emociones brotaban hasta desbordarse, hasta que se me salían por los poros. No me importaba nada. Quería amarlo con cada centímetro de mi ser, sin pensar siquiera en el costo que eso pudiera tener. Iba a cumplir quince años cuando el amor se me hizo más inmenso que nunca.  No existía más deseo que el de verlo y oírlo siempre. Las mariposas en el estómago no cesaba. No podía concentrarme en nada. Su nombre vivía atravesado en mi lengua. Todo lo inundaba. Pero él no era para mi, ni yo para él. 

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Intento fallido

Yo renuncio a los chocolates, a las rosas y a los atardeceres en la playa
Yo renuncio a Sandro, a El Niño Que Enloqueció De Amor y a Casablanca
Yo renuncio a las películas con final feliz, a los príncipes y a las tarjetas Village
Yo renuncio a la torre del castillo, al caballo blanco y al caballero en la armadura brillante
Yo renuncio a las canciones románticas, a las novelas de amor y a Gustavo Adolfo Becquer
Yo renuncio a las cartas perfumadas, a las cenas a la luz de las velas y a caminar de la mano
Yo renuncio, renuncio y renuncio





¿Renuncio?

martes, 22 de noviembre de 2016

Cinco segundos tal vez, o más o menos

No sé si lo hago bien o si lo hago mal, pero me gusta escribir. Creo que comencé a hacerlo cuando era adolescente. Tengo agendas y cuadernos con todo tipo de anotaciones, algunas bastante tontas, otras no tanto. Hoy las revisaba tratando de encontrar algún tema o anécdota que inspirara esta entrada, pero nada me convencía. Hasta que apareció una libreta con hojas de colores. Y ahí estaba, escrito con palabras sencillas y simples, el registro de un momento que, al recordarlo, creí volver a vivir. "Por un segundo pareció que caminabas conmigo. Luego avanzaste para seguir presurosamente tu camino y perderte entre una masa de gente. Y dejaste de caminar conmigo" fue lo que leí. Bueno, más o menos, porque no pude evitar corregirlo. Pero lo que importa es que, por unos minutos, volví a ese instante en el que pasaba frente al monumento de La Llama de la Libertad, en la Alameda, con veintidós años, en un día de mucho calor, pensando que ese chico que había pasado junto a mi, pareció ser mi acompañante, por un ratito. 

domingo, 20 de noviembre de 2016

A ti que me pides que escriba

Amiga, no se me ocurre nada. Hoy salí a dar un paseo en busca de inspiración y lo único que encontré fue mi tarjeta redbanc que se me había perdido hace días. Además me topé con el Griddo y no pude evitar tomarme un helado de piña a la crema, lo que no va muy bien con la dieta que intento seguir, infructuosamente. Pero me comprometí contigo a escribir algo, así que aquí estoy, haciendo mi mejor intento. Lo que sucede es que a veces, la vida me enceguece y no puedo ver eso que acontece a mi alrededor. Parecerá extraño, pero es cierto. Los días pasan como en blanco y no puedo sacar de ellos, nada en limpio. Es similar a los sueños, estas consciente de lo que sueñas mientras duermes, pero rara vez recuerdas lo que has soñado, una vez que despiertas. Eso tal vez sea lo que me haga tan difícil volver hoy a estas páginas en blanco, a este teclado oscuro, para tratar de sacarles algo en limpio. Pero no he podido. Lo siento.

miércoles, 6 de julio de 2016

Corazón

Abres tu corazón como una pequeña caja de música, la que despliega las notas de una melodía única, irrepetible. Inunda con sonidos eternos los espacios celestes de las constelaciones del alma. Acaricia con delicados pétalos de ambigua delicia los oídos de nubes fragantes como rosas tardías. Gira, revolotea, se sumerge, aflora, se esconde, retorna, huye, converge, emerge. Un otro cierra la caja de golpe. Todo queda en silencio.






Hasta el hartazgo

Harta, harta de las burlas del destino 
Harta, harta del desenfreno de mis celos
Harta, harta de nuestros caminos indefinidamente separados
Harta, harta de tus ojos absurdos, abstractos, cerrados, ciegos
Harta, harta del sonido de la vida sin tu boca abierta, descocida y libre
Harta, harta de las horas muertas de tu voz ausente, de mis oídos sordos

viernes, 3 de junio de 2016

Imágenes

En un cielo estrellado de ideas, emergen imágenes inconclusas de un rostro que no he visto, pero que trae recuerdos inalcanzables de otro tiempo, de otro espacio. Hay un infinito en ese rostro que vaga por mi cuerpo con un espesor que eriza mis sueños, transformándolos en capullos de flores, transformándolos en sauces. Destellos de abrazos anhelantes de tu figura y un beso perdido en la sombra de un recuerdo inexistente.



miércoles, 13 de enero de 2016

Electricidad

De niña tenía la costumbre de andar descalza en verano. Me gustaba sobretodo caminar sin zapatos por el segundo piso de la casa de mi abuela, ya que el suelo era de baldosas y siempre estaban heladas en los días de calor. Uno de esos días una de mis tías, tenía conectado algún aparato eléctrico a un alargador. En ese tiempo no existían lo que hoy se llaman "zapatillas", por lo que la conexión era directa. Mientras jugaba en uno de los dormitorios, el alargador que estaba a mi lado, se desconectó y mi tía me pidió que lo enchufara. Como yo era bastante pequeña en ese entonces, mis dedos eran muy delgados y al conectarlo al enchufe, los metí entremedio. Y claro, como andaba a pies pelados, me dio la corriente. Fue una fracción de segundos, pero la sentí fuerte. Es raro, pero no me dolió. No. No fue dolor lo que sentí, sino una sensación muy extraña, una de las más extrañas que he sentido en mi vida. No lo puedo definir, no sabría explicarlo. Lloré un poco, por la impresión yo creo. Desde ese entonces, cuando alguien me pregunta si tengo el pelo rizado por haber metido los dedos al enchufe, le contesto que si.

lunes, 2 de noviembre de 2015

La once del mes

Hoy nos fuimos con los niños a tomar once al Rosinni. Es una salida tradicional que tenemos todos los fines de mes. Vamos a sacarle una alita al sueldo, como decía mi padre. Me gusta hacer este tipo de cosas con mis hijos. Me gusta pensar que tal vez, cuando sean mayores, recordarán estas salidas al igual que yo recuerdo las que teníamos cuando eramos chicas. 

lunes, 17 de agosto de 2015

Una parte él, una parte yo

Mi hijo menor ha agarrado la costumbre de venir a visitarme cada vez que llega la hora en la que quiero escribir alguna entrada. Viene con la chiva de que va a entregarme el notebook y se queda acá. Ahora, por ejemplo, está dibujando. Gracias a la divina providencia porque no se le ocurrió probar mis perfumes, como la otra noche. (En este momento está leyendo para ver si es que he escrito algo sobre él y qué es lo que he escrito). Entonces me dice que me ponga más descriptiva, como en los libros. Tienes que poner 'mi hijo es un tipo con pelo castaño y con ojos café, lentes grises y un diente suelto', me dice. Ahora tengo que escribir 'el otro día fui con él a comer al centro en el Café Rosinni. El se comió un pan de mayo con pollo y yo me tomé un chocolate caliente y me comí una torta. Y él se compró un poster de Batman y yo lo clavé en su pieza'. FIN DE LA HISTORIA. Esas fueron sus últimas palabras, escritas con sus propios dedos. Ahora que ya está durmiendo, puedo continuar. A las diez nos vamos a su pieza, lo arropo y le doy las buenas noches. En fin. Tenía una idea totalmente diferente acerca de lo que iba a contar hoy, pero se me hace difícil ponerme seria con mi crío chico dando vueltas. Y es que es muy alegre y conversador. Además le gusta revisar las cosas que tengo en mi dormitorio y hacer preguntas. ¿Qué hay en esa caja?, ¿cuál de estos perfumes es el que más usas?, ¿cuál de esos libros es el más largo?, ¿de qué se trata cien años de soledad?, ¿esto es una pulsera o un collar?, ¿tienes más hojas?, ¿puedo usar estos lápices?, ¿por qué esta goma es tan rara?...




domingo, 16 de agosto de 2015

La lata y el mar

Una vez, hace muchos años, salimos a caminar con mi papá. Lo hacíamos a menudo, salir a caminar, quiero decir. Estábamos en Pichilemu y fuimos a dar una vuelta a la playa. Recuerdo que comenzaba a oscurecer y hacía un poco de frío, por lo que yo me había puesto un gorro celeste que me había tejido en el bus. No sé de qué hablamos pero debe de haber sido algo agradable, porque cuando lo recuerdo, es lo que me hace sentir, una sensación agradable. Mientras caminábamos por la arena, vimos una lata de bebida a la que el viento hacia correr alejándose de las olas. Así, cada vez que una iba a alcanzarla. la lata parecía arrancarse para que no la atraparan. La miramos un buen rato. No se nos ocurrió recogerla para botarla en un basurero, que habría sido lo más ecológico, porque estábamos demasiado entretenidos mirando esa especie de juego que se había dado entre las olas y la lata de bebida.

jueves, 13 de agosto de 2015

A la rápida

¿Cómo escribir entre el gato y mi hijo pequeño?. ¿Cómo poder concentrarme si uno me ronronea y otro me conversa acerca del marcador de libros que está haciendo?. Que ya hizo, más bien. Confeccionó una espada. Ahora va a pintarla. Y es que hace tiempo andaba conque quería el primer tomo del libro Juego de Tronos y este fin de semana, por el día del niños, su papá se lo regaló. Ha avanzado harto, lleva mas de ciento cincuenta páginas. Hace un rato vino a preguntarme si tenía un marcador de libros, pero el único que tengo lo encontró 'fome'. Es por eso que decidió hacerse uno él mismo... Ya. No sé con qué seguir. No quiero escribir más tarde, tengo sueño y me duele la cabeza. Así que tal vez tendrá que ser hasta aquí no mas por hoy. En todo caso, ni aunque quisiera, con el niño transmitiendo y la gata que se me sube al teclado cada cinco segundos. Ahora mi hijo se prueba mis perfumes. De los cuatro, elige el más apestoso. El dolor de cabeza empeora... Buenas noches.




miércoles, 12 de agosto de 2015

Un sueño dentro de otro sueño

Anoche tuve un sueño extraño en el que también estaba dormida. Mientras lo estaba, soñaba cosas mezcladas sin un sentido aparente. No recuerdo mucho, salvo que en un momento despertaba dentro del mismo sueño, porque sentía que alguien acariciaba mi cara. Abrí los ojos y era un hombre. Sus manos olían a cigarrillo. Luego desperté nuevamente, pero esta vez, dentro de la realidad...

sábado, 8 de agosto de 2015

Así murió el paraguas

Bajé al centro a ver a una amiga. Tenía la intención de irme caminando, pero como llovía, preferí tomar un colectivo. Además iba un poco atrasada, así que pensé que era lo mejor. Pero de todas maneras llevé mi paraguas, ese verde que compré el otro día, por si acaso. Cuando salí de la casa de mi amiga, la lluvia había disminuido bastante, así que opté por venirme a pié. Además corría viento y el viento sí. Puedo tratar de esquivar la lluvia, pero el viento es otra cosa. Y es que me fascina. Eso que tiene de meterse por donde nadie lo llama, así descaradamente y sin permiso, me produce una sensación de agrado especialmente deliciosa. Había comenzado hace poco el retorno, cuando comenzó a llover más intensamente, por lo que abrí mi paraguas. A la primera ráfaga quedó deshecho. Como ya había avanzado un buen trecho, decidí seguir adelante y mojarme aunque no me guste. Sucedió entonces que llegué a mi casa bastante empapada, pero no tan desagradada como lo había pensado. No sé por qué, pero caminar hoy bajo la lluvia, fue inesperadamente refrescante.

viernes, 7 de agosto de 2015

Que malas que éramos

Somos tres hermanas, creo que en algún momento lo he dicho, pero en el caso de que no lo haya hecho, lo hago ahora: somos tres hermanas. Cuando eramos chicas, las dos mayores, hicimos sufrir bastante a la menor. Cuando era pequeña, la niña tenía un lunar junto a uno de sus ojos. Digo tenía, porque se lo hizo quitar hace años. Por lo mimo, no puedo recordar junto a cuál de los dos era. Nuestro dormitorio no era muy grande, así que dormíamos en un camarote, de esos que traen una cama nido. Ella ocupaba esa cama, la nido. Pero a veces sucedía que le daba miedo, y se acostaba con mi otra hermana, la que sigue de mi. Entonces las dos, mi hermana la del medio y yo, nos subíamos a la que ocupaba yo, que era la de arriba y desde ahí le tirábamos escupos a ver cuál de las dos le achuntaba al lunar primero. Después de varios intentos, la pobre tenía la cara llena de baba y nostras nos moríamos de la risa. Que malas que eramos. 

jueves, 6 de agosto de 2015

En el café

Trato de escribir algo en una servilleta, pero esta se rompe una y otra vez. Trato de escribir una única palabra. Un nombre. Un nombre olvidado. Un nombre que no existe. La lluvia ha dejado de caer.

martes, 4 de agosto de 2015

A veces, como los síntomas de la gripe, Esteban Navarro

Me duelen brazos
De no abrazarte.
Me duelen manos
De no tocarte.
Me duelen hombros
De no ocultarte.
Me duelen piernas
De no enredarte.
Me duelen tímpanos
De no escucharte.
Me duelen córneas 
De no mirarte.
Me duele espalda
De no escucharte.
Me duele tabique
De no enredarte.
Me duelen pasos
De no ocultarte.
Me duelen rodillas
De no tocarte.
Me duelen brazos
De no abrazarte.

jueves, 30 de julio de 2015

Cotonitos

Lo dice claramente en el envase: advertencia, no insertar en el canal auditivo. ¿Y qué es lo primero que hace uno?, hace exactamente lo opuesto.

martes, 28 de julio de 2015

'All This Love'

Esta tarde bajé al centro a tomarme un café. El café que me quedé debiendo ayer. Es que ayer estaba especial para un café, pero terminé tan contrariada, que decidí dejarlo para hoy. Fue un rato agradable, una salida agradable. Especialmente porque los aromos están brotando y ya comienzan a despedir ese olor tan rico. Es lindo cuando florecen los aromos en Quilpué. Es que hay muchos y frondosos. Lo que si es que me recuerdan ese poema de Nicanor Parra y ahí se me amarga un poco la vida, aunque solo por un momento. Pero quedemos en que fue una salida agradable, que caminé cómodamente con mis botas viejas, disfruté de un buen café y escuché esa misma canción una y otra vez, como ya es costumbre. 

lunes, 27 de julio de 2015

Resumen de la caminata de hoy

Hoy en la tarde salí a caminar bajo una suave llovizna. A mitad de camino, la suave llovizna se había transformado en una densa llovizna. Ya para cuando iba llegando al centro, la densa llovizna se había transformado en una leve lluvia. No llevaba paraguas. Casi nunca lo hago, porque no me gustan. Lo que es un problema, porque tampoco me gusta mojarme. La cuestión es que para cuando salí del supermercado, la situación climática se agravaba y yo ahí sin atinar a nada. Finalmente, y a regañadientes, entré a un local y compré un paraguas verde, que hace juego con mi chaquetón. Me costó mil quinientos pesos. O sea, es uno de esos paraguas ordinarios que uno compra para salir del paso. A los cinco minutos de haber comenzado el camino de vuelta, el cielo dejó de gotear. Y  yo con las bolsas y el paraguas que había perdido de pronto su razón de ser. Debemos habernos visto bastante ridículos los tres. El paraguas, las bolsas y yo, quiero decir, caminando todos mojados bajo una lluvia que ya no era. Lo bueno es que encontré mis botas, pensé como para consolarme. Sí. Encontré mis botas. Creí que las había regalado, pero no. Ahí estaban en el closet del segundo piso, escondidas detrás de una maleta. Las había buscado antes, sin éxito. Pero hoy volví a insistir. Y es que hace rato que los zapatos que me compré me tienen harta, porque siguen como nuevos. En cambio mis botas... Mis botas tienen por lo menos ocho años. Y me encantan. Nada de puntas vaqueras, ni flecos, ni parafernalia innecesaria. Son de cuero, con la punta cuadrada, un taco también cuadrado no muy alto y bastante toscas. Perfectas. Lo único malo, aparte del agua y eso, fue que en una parte del camino había caca de caballo y parece que la pisé. Voy a tener que tirarlas para afuera...






Terrome, terrome, tesic, tesac
Terrome, terrome, tepum patrás

domingo, 26 de julio de 2015

Sopa de piedras

Me lo contaron cuando era muy niña. Una mujer no tenía qué cocinar. Entonces alguien, (lo más probable es que, en ese entonces, me hayan dicho que fue un ángel), le decía que hiciera una sopa de piedras. La mujer no entendió bien a qué se refería con eso. Pero el ángel, (dejémoslo en que fue un ángel), le dijo que no se preocupara, que siguiera las instrucciones, simplemente. Vaya al patio y recoja dos piedras pequeñas, lávelas bien, póngalas en una olla con agua y hágalas hervir, La mujer así lo hizo. Luego el ángel comenzó a preguntar ¿tiene un poco de zanahoria?, ¿una mitad de cebolla?, ¿un diente de ajo?, ¿una papa, tal vez?. La mujer revisaba y encontraba algo de esto y algo de lo otro. Fue agregando cada cosa al agua con las piedras. Finalmente el ángel le dijo que retirara las piedras y entonces la mujer descubrió que con unas pocas sobras, había podido preparar algo para comer. Una vez se lo conté a mi mamá un día en el que estábamos en la misma situación que la mujer del cuento. Y le pedí que, por favor, hiciéramos lo mismo. Después de mucho insistir, accedió finalmente, Yo me puse muy contenta. Fui al patio a recoger las piedras, las lavé y mi mamá las puso en una hoya. Luego seguimos con el resto de las instrucciones. Y ¿qué creen?, todo resultó igualito que en la historia.
Abrete sésamo...

sábado, 25 de julio de 2015

Lo que no deberíamos haber tenido que hacer

Cuando vivía en la casa de mi abuelita, tenía una vecina con la que me juntaba a menudo. Jugábamos al saltar, al elástico y al tombo. Eso cuando había más niños. Un par de veces recuerdo haber entrado a su casa. Y es que le habían regalado una de esas muñecas grandes que caminaban y quería mostrármela. La amistad no duró mucho, para mi pesar. Me prohibieron juntarme con ella, porque mi tía, la menor, se había enterado de que su papá era alcohólico. Pero no solo eso, también supo que la mamá de mi vecina nos había mandado más de una vez a buscarlo al bar en el que acostumbraba juntarse a tomar con sus amigos. Recuerdo que mi amiga y yo teníamos que llevarlo de vuelta a la casa, completamente ebrio, agarrándolo ella de un brazo y yo del otro. Difícil tarea para un par de niñas chicas.
Una vez alguien me contó que en la biblia, en el versículo en el que aparece el famoso 'el amor todo lo soporta', el texto original dice que 'el amor todo lo sostiene'. Hermosa diferencia, si es que fuera cierta...
It's a double  rainbow all the way

viernes, 24 de julio de 2015

Evidente

Mis abuelos paternos eran pentecostales. De los pentecostales más duros. De esos en que las mujeres usan tomate, no se ponen pantalones, no se maquillan y no llevan aros. Un día mi abuela iba en una micro sentada, biblia en mano. Entonces la persona junto a ella le dice 'disculpe, pero ¿es usted evangélica?'. Ella contestó muy orgullosa que si lo era. Apenas llegó a la casa, le contó lo sucedido a mi padre, agregando al final del relato 'debe haber sido el Espíritu Santo el que dio testimonio'.

Sol en una puesta









Cuando era chica, cantábamos en la iglesia una canción que decía:

'Cuidadito los ojitos lo que miran
Cuidadito los ojitos lo que miran
Hay un Dios de amor que mirándonos está
Cuidadito los ojitos lo que mirar
Cuidadito la boquita lo que habla
Cuidadito la boquita lo que habla
Hay un Dios de amor que mirádonos está
Cuidadito la boquita lo que habla
Cuidadito las manitos lo que tocan
cuidadito las manitos lo que tocan
Hay un Dios de amor que mirandonos está
Cuidadito las manitos lo que tocan'

Y no sé, siempre me generó sentimientos encontrados, como muchas otras cosas que me enseñaron cuando era niña
¿Cómo se llama la obra?, los Díaz pasan volando.

jueves, 23 de julio de 2015

Sobre cordones umbilicales y un par de otras cosas

Escucho a mi hijo mayor reírse en la otra habitación. Mi hijo menor anda en Santiago visitando a su tía y primos paternos. Lo extraño. Pero creo que debo aprender. Debo aprender a soltar un poco el cordón. Soltarlo, porque creo que el cordón nunca se corta. Al menos no en algunos casos, o no por ambos lados, al menos. No sé si será saludable o no. Los expertos dicen que no. Los expertos de ahora. Digo de ahora, porque creo que antes no fue así. Al menos no es lo que yo recuerde haber visto durante mi infancia en la casa de mi abuela. Ver a mis tíos y a sus familias amontonarse porque ella hacía espacio donde fuera ya que la plata no les alcanzaba para tener sus propias casas. Por lo menos el cordón no se rompió por su lado, por el de mi abuela. Y creo que, durante ese tiempo, tampoco se había roto por el lado de mis tíos. No tengo idea de por qué las cosas cambiaron. O sea, me lo puedo imaginar, pero no estar segura. Lo que me imagino es que al aumentar el poder adquisitivo, los jóvenes y nuevas parejas, tuvieron acceso a eso que antes era imposible conseguir, al menos para la inmensa mayoría. Tal vez inmensa es una exageración. Así que digamos que para la mayoría, solamente. Y de a poco las casas de los padres fueron quedando vacías y las ampliaciones ya no sirvieron para nada. Y las madres, dueñas de casa principalmente, se quedaron con el cordón en las manos. Porque recuerdo que cuando yo era chica, muchas de las mujeres de la edad de mi abuela eran dueñas de casa. No como ahora. Las dueñas de casa cada vez somos menos. Y las dueñas de casa que disfrutan de serlo, menos aun. Así me lo han hecho saber algunas mujeres que he conocido. Que las dueñas de casa están en extinción y que si bien respetan mucho su opción, no hay como tener tu propia plata. Que pena que muchas cosas ahora se reduzcan solamente a eso, a la plata. A papeles y metales de bajo costo. Hay veces en que me quedo mirando las monedas y los bolletes hasta que me ocurre lo mismo que cuando repites una y otra vez la misma palabra. Pierden sentido y termino viéndolos de la misma manera en que se ven los billetes del Metropolis, o Gran Ciudad o Monopoly. Me pasa también con algunas personas. Las miro tanto rato, que al final también terminan pareciéndome de mentira, como de juguete, ellos y sus vidas. Y me da un poco de miedo. Porque pienso que si seguimos así, en algún momento, terminaremos todos siendo de juguete. Pero entonces recuerdo que hay personas que aun siguen siendo reales, que aun tienen alma y a los que les importa muy poco lo que nos ofrece la sociedad de hoy en día. En fin, en vista y considerando que ésto ya pasó a ser una divagación que no va hacia ninguna parte, mejor la dejo hasta aquí.

miércoles, 22 de julio de 2015

Queque

Me gusta cocinar. Platos tradicionales, en general. Pero lo que más me gusta hacer, son cosas dulces. Creo que lo había mencionado antes. Lo que no dije es que muchas veces cuando estoy preparando algo, me quemo las manos. En ocasiones, los antebrazos incluso. Tengo algunas cicatrices, pero por lo general, las heridas provocadas por las quemaduras, desaparecen sin dejar rastros. Y es que le hago el quite a los guantes. Pienso que si tengo mucho cuidado, voy a evitar quemarme. Pero no hay caso. Por mas que me empeño, son pocas las veces que resulta. No sé por qué no lo hago, por qué no simplemente me pongo los guantes y listo. Lo normal sería que hubiese una razón, pero no la hay. Creo que es simple porfía. En todo caso, no era de los guantes de lo que iba a hablar. Era sobre las cosas dulces. Específicamente de los queques. Del primer queque que hice. Debo haber tenido cerca de trece años. Estaba nerviosa. Siempre me pongo nerviosa cuando preparo algo por primera vez. Hice la mezcla, la puse en un molde y la metí al horno. Entonces se me ocurrió pedirle ayuda a Dios. Fue así que me arrodillé frente a la cocina, extendí los brazos hacia el horno y oré. Y resultó. El queque quedó exquisito. Así después, no recuerdo por cuánto tiempo, continué haciendo lo mismo. Y Dios me siguió ayudando. Pero después aprendí a confiar en mi misma. Debe haber sido por eso que quise continuar con mi repostería sin la ayuda Divina. Hay veces, eso si, en que me vuelvo a poner nerviosa, y recuerdo ese día. Entonces digo simplemente 'Dios, ayúdame'. La mayoría de las veces funciona. Lo que siempre se me olvida, eso si, es darle las gracias. Así que, gracias Dios, sea que estés ahí o no.

martes, 21 de julio de 2015

Dos líneas

En verano ando todo el día descalza y en invierno ando todo el día en pantuflas. Listo. Ahora saben algo más acerca de mi.
A veces la vida es como el chiste de la lombriz solitaria. Sacas la cabeza esperando encontrar leche y galletas y en vez de eso, te llega un palo.

lunes, 20 de julio de 2015

Una

Entraba a las dos de la tarde a clases. Teníamos dos recreos en los que salíamos a fumar en la vereda, porque estaba prohibido hacerlo al interior del edificio. Un día, durante el primer descanso, uno de mis compañeros de curso me invitó a tomar unas cervezas. Estuvimos tomando hasta las seis. Llegué a mi casa en un indisimulable estado de ebriedad. Apenas había cruzado la puerta, cuando mi papá sintió el olor a alcohol. ¿Dónde estuviste tomando?, gritó. En un bar, le dije. ¿Qué estuviste tomando?, gritó. Cerveza, le dije. ¿Cuántas te tomaste?, volvió a gritar. Yo tenía tanto miedo que no sabía qué contestar. Finalmente lo único que atiné a decir fue 'una'.  Hasta el día de hoy me huevea preguntándome '¿cuántas cervezas te habías tomado?', cada vez que se acuerda del incidente.

domingo, 19 de julio de 2015

Ocaso

Era verano. Pleno verano. Estábamos sentados en unos asientos de madera. Uno al lado del otro. Hablábamos mientras mirábamos el atardecer. Recuerdo que me contaba anécdotas graciosas y yo reía. Nunca lo había sentido tan cerca, excepto la vez en la que anduvimos en bicicleta. Yo quería que la hora no avanzara, pero lo hizo. Como lo hace siempre la hora. Como lo hace siempre el tiempo. Eran exactamente las diez cuando me dijo que tenía que irse. Nos despedimos. Justo en ese momento la luz del sol se perdía por completo en la Cordillera de la Costa.                                   
Insisto, las gallinas mean...

sábado, 18 de julio de 2015

Memoria

Se me están comenzando a olvidar las cosas. Hoy, por ejemplo, pensé en algo sobre lo que podía escribir esta noche. Un minuto después, lo había olvidado. En la tarde bajé al centro a tomarme un café y mientras caminaba, le daba vueltas al asunto. Y es que, a medida que pase el tiempo, voy a ir recordando cada vez menos. Me sucederá como a todo el mundo. Entonces llegué al centro y me tomé mi café, con la idea aun en mi cabeza. Luego volví a mi casa tratando de pensar en las cosas que no quiero olvidar. Entre ellas, estoy yo.


En el Playa

En el Playa las luces estaban encendidas. Había poca gente. La música era mala, pero bailamos igual. Miré a mi alrededor. Había un grupo de mujeres jóvenes. Y me di cuenta. Al estar las luces encendidas pude darme cuenta. No bailo de una manera tan exagerada ni estrambotica como yo pensaba, Aunque el grupo ese debe haber estado desde temprano y tal vez llevaran en el cuerpo bastante más alcohol del que llevaba yo. Pero haya sido por lo que haya sido, ellas si que llamaban la atención, Y yo me sentí bien. Extrañamente, me sentí bien. Me sentí bien de saber que paso más desapercibida de lo que yo creía. Me sentí bien de saber que me puedo mezclar, que puedo ser parte, que soy una más, que no soy un bicho tan raro, después de todo.

jueves, 16 de julio de 2015

Anoche

Anoche una  amiga y yo salimos a celebrar nuestros cumpleaños. Fuimos a Viña a tomar algo en el The Clinic. Nos sentamos en la terraza. Hacía un frío de mierda, lo que me tenía de mal humor. Además no quería estar ahí. Luego nos fuimos a Valparaíso, a La Trova. En el escenario había un tipo que en vez de cantar, gritaba a voz en cuello. Aparte, tenían el sonido demasiado alto para un lugar tan pequeño. De ahí nos fuimos al Playa. La música no era de nuestro total agrado, pero yo quería bailar. Habremos alcanzado a estar media hora, cuando me dijo que se había aburrido. Nos fuimos a su casa. Ella se tomó una cerveza y se fumó un cigarro. Cuando salí hoy del departamento, aun seguía durmiendo.

martes, 14 de julio de 2015

Amigas

Una vez entramos al dormitorio de su abuelo mientras él dormía. Me dijo que todos los días le daba una cantidad de dinero y que esa tarde, se había dormido sin entregárselo. Así que me convenció para que entráramos a su dormitorio para sacarlo. En la habitación había varios cuadros. Yo me quedé mirándolos mientras ella buscaba la plata. Cuando salimos del cuarto, me contó que era su abuelo el que los pintaba. Son lindos, le dije. A mi no me gustan, es que me carga el campo, contestó. Luego fuimos a un negocio que quedaba cerca. Pidió una cajetilla de cigarros. Cuando volvimos, nos encerramos en su dormitorio. Encendió uno para mi y uno para ella. Me atoré con la primera fumada. Ella se rió. Me dijo que lo intentara de nuevo, pero yo no quise. Cuando terminó de fumar, nos acostamos en su cama mirando el techo. Le volví a decir que había encontrado lindos los cuadros de su abuelo. Ella volvió de decir que no le gustaba el campo. Luego nos quedamos dormidas y así se nos fue la tarde.  
Mas encima los zapatos huelen a bubble gummers...

lunes, 13 de julio de 2015

Bola de papel

No sé. Aun me siento arrugada como una bola de papel en el papelero. Papel con algunas frases y dibujos. Palabras inconexas. Figuras sin ningún significado aparente. Y lo siento. Siento no querer intentar decir otra cosa. Intentar un relato o algo así. Siento no poder decirles algo diferente a que me siento arrugada, apretada como una bola de papel en el papelero. Arrojada por una mano invisible que quizás juega a ser Dios. O quizás no juega a ser nada. Quizás no es nada, después de todo. Nada sino una mano que no sabe que hacer con esta hoja. Una mano que arruga, lanza y encesta.
Siento que me agarraron, me hicieron una bolita, me tiraron al basurero y encestaron.

domingo, 12 de julio de 2015

Me robé

Me robé un lápiz
Me robé un sobre
Me robé una esquela
Me robé un escritorio
Me robé un pisapapeles
Me robé una foto de carne

Me robé un ahogo
Me robé un delirio
Me robé una entrega
Me robé un escalofrío
Me robé un desenfreno
Me robé una noche en blanco

Lo que nunca me robé, eso si, fue un corazón
Como dijo Julio Iglesias, llueve y está mojada la carretera.

Un café sin lluvia, por favor

Finalmente salí a caminar. Bajé al centro y me tomé un café en el café de la plaza. Volví caminando, esperando que no lloviera. No me gusta mojarme con la lluvia. Es que una vez, cuando iba como en cuarto básico, mi tío me fue a buscar al colegio y había un temporal. Las micros no pasaban y nosotros parados debajo de un árbol. Era ridículo, porque el árbol no tenía ni una sola hoja y el agua pasaba directo por entre las ramas para caer sobre nuestras cabezas. No sé cuánto tiempo pasó, lo único que sé es que cuando llegamos a la casa, estaba mojada hasta los calzones. Tenía un frío que me calaba los huesos. Tanto así, que me tuvieron que meter a la ducha con el agua bien caliente. Cuando salí, mi abuela me dio una aspirina para niños, de esas rosadas que se chupaban y eran mas malas que la cresta y me metieron a la cama. Desde ahí no soporto andar bajo la lluvia. Excepto si es tibia, como en Paraguay. Estuve ahí un verano. Hubo tormenta y con unos amigos salimos a jugar a la calle hasta quedar hechos sopa. Ahí si no me molestó. Pero es que fue diferente. Ah, pero estaba en otra cosa. Caminé de ida al centro y de vuelta a la casa, tratando de ordenar un poco los pensamientos y las emociones. Las emociones mas que los pensamientos. Pero me es difícil ordenarlas. Me sobrepasan a veces. Entonces hago eso, salgo y camino. Sin prisa, disfrutando el paseo. Eso hacía cuando recordé que mañana es mi cumpleaños. Tal vez sea hoy para cuando publique esta entrada. Cumplo treinta y nueve años. Quizás por eso andaba un poco sentimental. Y si, creo que es eso, en parte. Entonces agarré por ahí el hilo para intentar desenmarañar el asunto. Y me di cuenta de que en realidad el año se me paso tan rápido, que no alcancé a digerirlo muy bien. Eso, entre otras cosas, puede ser lo que me haya puesto un poco mal. Pero luego pensé que daba lo mismo, porque a pesar de ello, había avanzado bastante. Pueden corroborarlo con mi familia si es que no me creen. Luego intenté evadir esas otras emociones que definitivamente no puedo manejar, porque lo que las provoca está totalmente fuera de mi alcance. Pero no pude. Entonces me di cuenta de que había programado mi lista de reproducción para que repitiera el mismo tema una y otra vez. Creo que sería bueno buscar otra canción, porque por más que trato de encontrarle un nuevo sentido a ésta, termina siempre diciéndome lo mismo. Es como obvio, ¿no?.

sábado, 11 de julio de 2015

Quizás salgo a caminar. Tal vez me tome un café. Puede ser que eso ayude.
Y miró hacia atrás y se convirtió en estatua de sal...

Solo porque Dios es grande

Cuando era niña me gustaba cerciorarme de que los adultos me decían la verdad. En general lo que me gustaba saber era si iban a cumplir sus amenazas. Así, un día en que mi madre me dijo que si hacía tal cosa me iba a dar tres correazos en el traste, fui y lo hice. Y cuando me dio los correazos los conté. Fueron tres exactamente. O sea, me había dicho la verdad. Esa vez las cosas no resultaron tan mal. Es decir, lloré un poco, pero eso fue todo. Distinto fue con mi abuelo. Mi abuelo materno. Yo no lo conocí mucho, porque dejó a mi abuela cuando yo era niña aun. Por lo que los recuerdos que tengo de él son bastante vagos. Todos excepto uno. El recuerdo del día en el que su hijo mayor lo echó de la casa. Andaba yo con esa idea de comprobar si los adultos me decían la verdad y se me ocurrió ponerlo a mi abuelo a prueba. Me había dicho que tenía estrictamente prohibido tocar sus plantas, a las que quería más que a nosotros, por lo visto. Si me atrevía a tocarlas, me iba a sacar la mugre, amenazó. La cuestión es que busqué la hoja más pequeña que pude encontrar en una de ellas y se la saqué. Esperé todo el día a que llegara, para ver si efectivamente me sacaba la mugre. Cuando llegó, lo primero que hizo fue revisarlas. A los segundos después se levantó enfurecido. Colérico. Yo me asusté tanto que subí corriendo a esconderme detrás de mi abuela que estaba en el segundo piso, en su dormitorio. Mi abuelo comenzó a gritarle que se quitara. Como mi abuela no se movió, sacó una pistola de alguna parte y disparó desde la puerta. El tiempo pareció detenerse. La imagen está grabada en mi mente como una foto. Mi abuela y yo gritamos. Y solo porque Dios es grande, decía después mi abuela, la bala no salió. No recuerdo como se armó la trifulca, pero si sé que mi tío lo agarró y le dijo que se fuera. Y así lo hizo. Mi abuelo tenía otra familia. Otra mujer y otros dos hijos. Así que irse no le costó mucho. En realidad yo creo que le facilitaron las cosas. Lo extraño para mi, era que después de haberse ido, mi abuelo seguía visitando la casa. Especialmente a la hora de almuerzo.Trabajaba cerca y mi abuela nunca fue capaz de negarle un plato de comida a nadie, menos a él. Después de semejante episodio, nunca más hice el experimento aquel de cerciorarme de si los adultos me decían la verdad. Lo que no significa que luego de lo que pasó no volviera a dudar de ellos ni de sus amenazas. Solamente aprendí a quedarme con la duda. Lo más sensato, ¿no creen?.

jueves, 9 de julio de 2015

Para ser un chofer de primera...

Compró la scooter porque, a la larga, era más económico ir en ella al trabajo que usar la locomoción colectiva. En realidad no la compró, la sacó a crédito, como la mayoría de las cosas que teníamos. Era una Honda Elite 125, que por distintos motivos, terminó siendo mía. No puedo manejar un auto, pero si puedo manejar una scooter. La manejé por harto tiempo, aunque ni siquiera tenía documentos. Menos había hecho un curso. Un día simplemente comencé a conducirla, así como si nada. Iba al centro, al supermercado, a la casa de una amiga que tenía en ese tiempo. Me encantaba manejarla. Era un poco como volar. Tanto así, que literalmente me volaba mientras la conducía. Hasta que un día le choqué la puerta a un auto que iba a doblar y al que no vi señalizando. Llegaron los carabineros y nos llevaron a hacer la alcoholemia. Además me pasaron un parte por andar sin documentos y me iban a quitar la moto. Pero les caí en gracia, así que me dejaron llevármela. Esa vez juré y re juré que no me volvía a subir nunca más. Me duró lo mismo que me duró la hinchazón en la pierna sobre la cual caí, con la moto encima. Volví a salir, pensando en sacar los documentos, cosa que nunca hice. Luego nos cambiamos al lugar en el que vivo ahora. Acá la usaba principalmente para ir a dejarles la comida a mis hijos al colegio, en la hora de almuerzo. Un día en el  que ya me venía a la casa, un grupo de profesores salía para comprar algo en el negocio de la esquina, supongo. Entonces yo, por hacerme la chora, aceleré la moto. El estacionamiento que está frente al colegio es de tierra y piedras, por lo que la moto se me ronceó, se me fue a la calle y me saqué la cresta. Arrastre el codo por el asfalto y se me peló entero. La herida no me dolió nada en comparación a lo que me dolió el orgullo. Los profesores salieron corriendo a recogerme mientras los compañeros de mi hijo menor gritaban que su mamá se había caído de una moto. Nunca más la volví a usar, De hecho está en el estacionamiento llena de polvo. Además, con el tiempo, se le bajó una rueda. No la he arreglado, una porque no tengo plata y otra porque aun me duele el orgullo cada vez que me miro el codo y me veo la cicatriz. 
¿Sabían que los gatos suspiran?. Yo lo supe anoche...
Siempre con la cabeza en las nubes. ¿Cómo está el clima por allá arriba?, me perguntaban

miércoles, 8 de julio de 2015

Esa es la madre del cordero

En la Comunidad todo era diferente. Las puertas se dejaban sin llave, las personas no decían malas palabras, los jóvenes y las señoritas se comportaban decentemente, no se mentía, etcétera. Pero de un día para otro, algo cambió. Cosas comenzaron a desaparecer. Una bufanda, un par de jeans, un par de calcetines. Desaparecían de los tendederos o de la lavandería. Al principio todos pensaron que se trataba de una confusión entre las ropas de unos y de otros, pero luego se dieron cuenta de que todo se había perdido. Entonces empezaron las investigaciones, en las que yo participé activamente, ya que entre todo lo extraviado, estaban mis zapatos de colegio. Como ya he dicho antes, mis papás no contaban con muchos recursos para vivir, menos para comprar un segundo par de zapatos durante el mismo año. Pero no eran solamente los zapatos. Lo peor era que, dentro de los zapatos, iban mis plantillas. El médico me las había recetado hace poco, porque nací con las piernas chuecas. El problema fue que ese par de plantillas, fue el único par que tuve en la vida, así que las piernas no se me enderezaron nunca. Es por eso que se me juntan las rodillas. Para corregir la postura, cargo los talones hacia afuera. Esa es la razón por la que me cuesta tanto cambiar de zapatos y ocupo siempre los mismos una vez que los amanso, como se dice. Pero me desvié del tema o hice un pequeño paréntesis, como quieran. Lo que sucedió con la extraña desaparición de las cosas, fue que finalmente se descubrió que el ladrón era uno de los estudiantes de una de las escuelas impartidas por la Misión. Lo que pasó fue que el estudiante comenzó a aparecer vestido con las prendas que se habían perdido y al ser encarado alegaba que ellas siempre habían sido suyas. Al final resultó que el tipo era cleptómano, así que le pidieron que devolviera lo que se había robado y lo echaron. Desgraciadamente, de mis zapatos y de mis plantillas no se supo nunca más. Consulté hace unos años a un traumatólogo para ver si había algo que se pudiera hacer con mis rodillas, pero a estas alturas ya no hay caso, según lo que entendí. Así que tendré que esperar a que la suela de mis zapatos nuevos se gaste para que así las piernas me queden parejas otra vez y deje de andar enredándome con mis propios pies.



Ni siquiera sabía que eran dos planetas, pensaba ayer en el bus de regreso a Quilpué. Ya de noche, salí a comprar un poco de comida para la Chiharu. Y ahí estaban los dos planetas. Y yo ni siquiera sabía que eran dos planetas, volví a pensar.

Por la tangente

No quiero terminar hablando de otra cosa, pero finalmente siempre lo hago. Como ahora.

lunes, 6 de julio de 2015

Replay

Hace días los vi. Pensé que eran dos estrellas que cambiaban de lugar. Tuve miedo. Creí que alucinaba nuevamente. Entonces me dijeron que no, que eran dos planetas. Recién esta noche lo supe. No recuerdo los nombres. Pero no es tan importante, porque ahora sé que no soy la única que los ve. Caminé mirándolos hasta que tomé el colectivo. Llegué a la estación. Esperé el metro. Me subí en el primer carro. No había mucha gente, así que me senté. Luego, en el asiento del frente, se sentó un hombre. Lo miré a los ojos. Se veían cansados. No cansados de juerga. Cansados de trabajo, de insomnio. Estaban enrojecidos, incluso. Cabeceó un par de veces. Unos minutos después me bajé en Los Héroes para hacer trasbordo. Ahora si había gente. Me paré junto a la puerta. De pronto, de la nada, recordé mi argolla de matrimonio y la extrañé. No su significado ni nada parecido. Extrañé solamente la argolla. El anillo. El cintillo de oro siempre en mi dedo anular izquierdo, por un poco mas de diez años. Siempre en mi dedo, porque no me lo quitaba ni para dormir. Tal vez por eso lo extrañé y lo extraño a menudo. Esa sensación. Esa molestia a la que uno se acostumbra. Pensaba en eso cuando me di cuenta de que había programado una de las canciones de mi lista de reproducción para que sonara una y otra vez. 



En el fondo, el niño era bueno

¿Y si duermo sobre mi costado derecho?

Cuando era niña viví en la casa de mi abuela. Cuando era niña, mi abuela me dijo que no había que dormir sobre el costado izquierdo, porque se aplastaba el corazón y se tenían pesadillas. 

domingo, 5 de julio de 2015

Café con leche y cáscara de naranja
A veces amanezco y hasta mi alma está seca

Elige una mano

Elige una mano. ¿La derecha?, ¿la que es azul sin que sepas por qué?. En la derecha no hay nada. ¿La izquierda?, ¿la que es roja sin que sepas por qué?. En la izquierda está mi corazón. Elige una mano. La derecha vacía o la izquierda con mi corazón. La derecha está en silencio. La izquierda late. ¿La escuchas?. Mira, acerca el oído. Un poco más. ¿Puedes oír el latido?. ¿No?.

sábado, 4 de julio de 2015

Listo. Me compré zapatos. Difícil encontrar lo que quería entre tanto botín. Finalmente salí con algo, bastante lejos de lo que andaba buscando, pero es que en serio, mi zapato ya no daba para más...

Parece chiste...

Salí de mi casa camino al terminal. A mitad de camino, me di cuenta de que se me había quedado la billetera en la casa. Le dije al hombre del colectivo que nos devolviéramos a buscarla, que le pagaba otro pasaje. Nos devolvimos, agarré la billetera y me llevó directo al terminal por dos lucas. Compré el pasaje. Me subí al bus que salía a las quince veinte, me senté y me di cuenta de que se me había quedado el chaquetón en la casa. Pero esta vez no había nada que hacer, así que supongo que me cagaré de frío el resto de los días que pase en Santiago. Además se me rompió un  zapato. Mis zapatos favoritos y los únicos que tengo, por lo mismo, los únicos que traje. Por suerte el edificio de mi hermana da a unos locales comerciales en los que hay una liquidadora de calzado. Mañana voy a ver que encuentro. Para llegar acá, tuve que hacer trasbordo en Los Héroes, pero en vez de tomar hacia Ciudad del Niño, que es donde me tenía que bajar, me fui para el otro lado. Lo bueno fue que se me ocurrió preguntar cuando venía en camino y me dijeron que iba al revés. Después llegué al edificio y tienen un ascensor par y otro impar. Como no me había dado cuenta, me subí al que no tenía tres. Llegué al último piso y me devolví. Mi cuñado me preguntaba después por qué no me había bajado en el cuarto y usado las escaleras para llegar al tercero. La verdad es que no se me ocurrió y además andaba con la maleta y en fin...