A veces sales a caminar para huir de ti mismo. Una cadena de pensamientos va tras de ti y no hay manera de evadirla. La mente avanza siguiendo tu paso, tu ritmo. Las palabras no cesan de brotar dentro de tu cabeza. No dejan de hablar, todas al mismo tiempo. Borbotones de letras y sílabas, conexas e inconexas, van y vienen de un lado a otro. A veces toman forma, hilan ideas. Otras, son solamente borrones ininteligibles. Entonces lanzas el anzuelo y pescas un nombre. Las vocales y consonantes que lo componen, se alinean ordenadamente para dictartelo. Ese es el momento en el que comienzas a ahogarte. Una opresión en el pecho, un espasmo involuntario te dejan sin aliento. Cierras los ojos, pero en vez de oscuridad, descubres una imagen. Es su rostro, ese mismo que has estado intentando olvidar. ¿O recordar?. El viento juega con tu pelo.
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