jueves, 8 de diciembre de 2016

Un poco más que un mueble

Nací en 1976, tres años después del golpe militar. Pinochet se mantuvo en el poder hasta 1990, por lo que pasé mi infancia y parte de mi adolescencia en dictadura. Durante ese período mis papás y yo vivimos en la casa de mi abuela. Mi abuela tenía ocho hijos en total, tres hombres y cinco mujeres, varios de los cuales seguían estando en la casa mientras fui niña. He dicho otras veces, si mal no recuerdo, que nunca he sabido con certeza, cómo era que ella lo hacía para mantenernos a todos. Si bien algunos trabajaban, otros aun estudiaban y dependían completamente de ella. Fuera como fuese, a pesar de pasar necesidades, nunca nos faltó qué comer. Para mi, ella hacía magia. Magia con dos tazas de arroz y un pollo. Magia con un kilo de pan y varias tazas de té. Magia con un pan de pascua y un jarro de jugo de ciruelas. Magia alrededor de su mesa. Mesa en la que se sentaba a comer sola, después de haberlos atendido a todos. Mesa en la que mis primos y yo tomábamos once antes que los grandes. Mesa en la que me pasé horas escuchando a mis tíos discutir sobre el gobierno, los pacos, los milícos, los detenidos desaparecidos. La misma mesa que heredé y alrededor de la cual me siento con mis hijos cada día. La mesa milagrosa...



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