Siempre me costó la canción de la muñeca vestida de azul, zapatitos blancos y cuello de tul. Todo iba bien hasta la parte de "la llevé a paseo y se me resfrió y hoy la tengo en cama con un gran dolor". De ahí para adelante comenzaba la tragedia. Y es que resulta que la dueña de la muñeca, la había llevado al médico y éste le había recetado lo que supongo era un jarabe, indicándole las dosis en las que debía administrárselo. "Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis". Claro, ahora no tengo problemas para hacer las sumas, que son bastante fáciles, pero que ese tiempo me sonaban a un enredo de números que en se amontonaban sin ningún sentido aparente. Lo más grave del asunto, es que yo amaba la canción y quería aprendérmela con toda el alma, pero no había caso. Hoy la recuerdo a veces y la canto con las sumas incluidas. Ahora parecen tan sencillas, pero ¿me van a creer?, a pesar de que lo son, aun tengo que hacer un esfuerzo para sumarlas. Es que siempre he sido negada para las matemáticas...
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