martes, 30 de diciembre de 2014

Que

Que triste es que te digan que, por ahora, es algo irremediable. Que tienes que aprender a enfrentarlo. Que el tiempo pasa y la soledad se extravía dentro de lo cotidiano. Que puedes acostumbrarte a vivir así. Que es preferible, incluso. Que pena que no te digan que es mejor no evadir. Que hay cosas que si las dejas dentro, se echan a perder.  Que el dolor es digno de ser sufrido. Que el corazón puede salir por la boca. 

lunes, 29 de diciembre de 2014

Cuando era chica

Me enseñaron que no hiciera con otros lo que no quería que hicieran conmigo
Que estuviera dispuesta a dar la vida por mis amigos
Que perdonara setenta veces siete
Que pusiera la otra mejilla
Que el amor nunca dejaba de ser

domingo, 28 de diciembre de 2014

Tela

No se si el cuadro original existe. Pero esta tela impresa pareciera estar siempre pidiéndome que la observe. Está en el comedor de la casa de mi tía. Me gusta mirarla. Me produce una sensación muy agradable. Una sensación que no sabría explicar muy bien...



sábado, 27 de diciembre de 2014

Neruda si ha muerto

No te pareces al mundo en tu actitud de entrega
No te envuelve en su llama mortal la luz
No canta en ti la tierra, caracola terrestre
No viajan como pañuelos blancos de adiós las nubes
No se adelgazan mis palabras a veces
No te recuerdo como eras en el último otoño
No hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
No te tuerces en lentas espirales de humo
No voy, duro de pasiones, montado en mi ola única
No he visto desde mi ventana la fiesta del poniente en los cerros lejanos
No ancla entre dos montañas, casi fuera del cielo, la mitad de la luna
No basta para mi corazón tu pecho
No he ido marcando con cruces de fuego el atlas de tu cuerpo
No juegas todos los días con la luz del universo
No parece que los ojos se te hubieran volado
No eres mía, no eres mía voy gritando a la brisa
No pienso, camino largamente, mi vida antes de ti
No hace la luna girar su rodaje de sueño
No juegas tú con el sol como un estero
No tiritan azules los astros a lo lejos
No era la sed y el hambre y tú no fuiste la fruta
No sobrevivió Neruda


viernes, 26 de diciembre de 2014

26 de Diciembre, día nacional del ticket de cambio

Tal vez la vida debería venir con ticket de cambio. Simplemente ir a la vida y decirle que no me gustó el color. Que no me quedó buena. Que quería otra cosa. Hacer la fila. Entregar el ticket. Hacer el cambio.


jueves, 25 de diciembre de 2014

Luna

La luna no parece la cara de un gato. Tampoco parece una uña recién cortada. Tampoco parece un queso. La luna no es de miel. No está sola. No está triste. No llora. No acuna. No acompaña. No sonríe. No canta. No baila. La luna es un satélite natural de la tierra, que gira alrededor de ella y refleja la luz del sol; tiene una superficie de aspecto volcánico y carece de atmósfera. 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Feliz Navidad

Cuando nació mi hermana, la del medio, mi mamá me puso en un jardín infantil. Vivíamos en Gran Avenida en el paradero dieciocho. Fernandez Albano se llama la calle. El jardín Los Capullitos quedaba como a tres cuadras de la casa. Lo importante cuando iba al jardín, era que no me ensuciara. Al menos eso era lo era para mi mamá. Yo trataba de cumplir con el pedido lo mejor que podía. Una vez estábamos jugando a los bomberos y a mi me tocó estar entre los muertos. Le dije a mis compañeros que podía hacerlo, pero que me tenía que morir parada para no ensuciarme el delantal. En ese mismo jardín y por esta misma fecha, me tocó disfrazarme de enano y cantar una canción navideña, por supuesto. Mi mamá me hizo el típico traje rojo con la barba y eso. Además me hizo una especie de pantuflas para simular las botas. Cuando íbamos de regreso a la casa pasamos por un lugar lleno de esas plantas que parecen espigas. Estaban secas. Se me pegaron en las pantuflas y me dolieron los pies hasta que llegué a la casa. 

martes, 23 de diciembre de 2014

Perdonar y ser perdonado

Ni la fecha, ni el lugar, ni la hora fueron los indicados. Además hacía un calor santiaguino al que no estoy acostumbrada. Pero valió la pena. Siempre he tenido una relación muy cercana con mi papá. Más que como mi papá, lo veo como un amigo. Por motivos que no viene al caso mencionar, dejó de hablarme en Mayo de este año. Nunca habíamos estado peleados por tanto tiempo. Ayer me llamó para que nos juntáramos hoy y conversáramos. Y bueno,  conversamos y solucionamos el problema que finalmente no era tan grave como lo habíamos pensado. Como nos juntamos en el Paseo Ahumada, le pedí que visitáramos algunos de los lugares por los que solíamos pasar cuando era niña. De la Plaza de Armas no quiero ni hablar, solamente voy a decir que me dolió ver lo que hicieron con ella. Con la antigua, quiero decir. Pasamos por la Galería Agutín Edwards, el Portal Fernández Concha y fuimos al Correo Central para ver si encontrábamos la antigua casilla en la que recogíamos las cartas. Y la encontramos. Finalmente nos fuimos al Cory que tiene una sucursal en el Mall del Centro. Es un café al que hemos estado yendo desde que era adolescente y en donde siempre pido lo mismo, un cortado doble con una María Antonieta.







lunes, 22 de diciembre de 2014

Vida

La manera en que pones la mesa, preparas el café, tuestas el pan.  La forma en que caminas, cantas, hablas. El modo en que amarras tus zapatos, te peinas, te vistes. La expresión en tu rostro cuando lloras, ríes, miras a través de una ventana. Vida que pasa desapercibida. Vida que se vive en solitario. 

domingo, 21 de diciembre de 2014

Tul

La antigua Plaza de Armas es uno de los pocos lugares que recuerdo con cariño de Santiago. En un tiempo fuimos bastante seguido. Jugábamos con mis hermanas corriendo alrededor de ella, una y otra vez. La encontrábamos tan grande. Me parecía que era algo así como un laberinto. Recuerdo haberme perdido un par de veces. Me gustaba una fuente que había. Me quedaba mirándola. Cuando me daba cuenta, todos se habían ido y entonces eso, me perdía. Pero seguramente el lugar no era tan grande como a mi me parecía, porque siempre terminaban encontrándome. También me quedaba mirando el caballo ese.  No le encontraba mucha gracia y nunca entendí qué era lo que hacía ahí. Algunas de las veces en las que paseábamos por la plaza, vimos a unos caballeros jugando ajedrez en ese lugar que no se cómo se llama. Estuve mirándolos un rato, pero me aburrí. Mi papá trató de explicarme de qué se trataba la cosa, pero no entendí nada. No entiendo ahora, menos lo iba a hacer entonces. En fin. Ese lugar en el que los caballeros jugaban ajedrez, era mi favorito. Me gustaba porque ahí tocaban música. No sé que días ni cuantas veces a la semana, pero era en las tardes. Una vez estuvimos ahí cuando ya estaba oscuro. Era verano, así que no hacía frío. Había una pequeña orquesta tocando un vals. Mi papá y mi mamá estaban sentados en un escaño cerca de ahí. Tengo la imagen grabada de haber bailado, sintiendo que flotaba con mi vestido de tul blanco.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Renacer

A veces, después de un gran incendio, algunos árboles, algunas plantas, algunas flores, vuelven a crecer. Y es que bajo tierra, sus raíces son tan profundas, que pueden sobrevivir al fuego. No es fácil, pero sucede. 

viernes, 19 de diciembre de 2014

El tiempo pasa

Tenía trece años. Mis tíos fueron a quedarse a nuestra casa para cuidarnos, porque mis papá y mi mamá salían de viaje. Seguramente a dar algún seminario para matrimonios. Lo tragicómico es que se pasaron treinta años de su vidas dictando esos seminarios y terminaron separándose hace siete. En fin. Decía que mis tíos habían ido a cuidarnos. Creo que estuvieron con nosotras por una semana, o algo así. Fueron con mi primo. En ese tiempo debe haber tenido entre seis y ocho meses. A mi me gustaron desde chica las guaguas, así que andaba con el bebé para arriba y para abajo. Por estos días estoy de visita en la casa de mi tía, la que nos cuidó esa vez. Mi primo aun sigue viviendo acá. Hemos conversado harto. Me gusta hablar con él, me gusta mirarlo y recordar que alguna vez lo tuve en brazos.


Hace veinticinco atrás




Veinticinco años después




jueves, 18 de diciembre de 2014

Yeso

La micro chocó frente a la catedral evangélica. Mi mamá y mis hermanas estábamos por bajarnos. Con la frenada, mi hermana chica se quebró la clavícula. Era la clavícula derecha. La enyesaron y le dejaron solamente la mano derecha y el brazo izquierdo libres. Mi hermana es diestra así que tuvo algunos problemas para comer, lavarse los dientes, peinarse y cosas así. Nada muy importante. En fin. Mis papás habían salido y me habían dejado cuidando a mis dos hermanas. Salimos a jugar con unos amigos. Estábamos corriendo cerca de una casa que estaba en la entrada de la Misión, cuando nos dimos cuenta de que mi hermana chica había desaparecido. La buscábamos por todas partes, pero no la encontrábamos. Hasta que la escuchamos llamándonos y pidiendo auxilio. Cerca de donde jugábamos estaban construyendo un baño y habían hecho una zanja de dos metros mas o menos. Mi hermana se había caído adentro y con el brazo malo no podía salir. Nosotros tampoco pudimos sacarla, así que le pedimos ayuda a unos tíos que se metieron al hoyo y la rescataron. Eso.

Ocurrencias

Teníamos dos amigos con los que jugábamos siempre. A la escondida generalmente, pero un día para variar un poco, nos fuimos al fondo del sitio a jugar en una acequia. Se nos ocurrió hacer una represa. Estuvimos harto rato en eso. Era verano y hacía un calor insoportable. De pronto uno de los cuatro sugirió que nos "bañáramos", así que nos echamos a remojar en el agua turbia En eso estábamos cuando alguien le tiró agua a alguien y ese alguien se picó y en vez de tirarle agua, le tiró barro. Así comenzó la guerra. Quedamos tan inmundos, que tuvieron que manguerearnos para despegarnos el barro de la cara, (yo me había hecho una máscara), el pelo y la ropa. Nunca más pudimos volver a hacer lo mismo, nos lo prohibieron. Pero como dice el dicho, lo comido y lo bailado...


miércoles, 17 de diciembre de 2014

Limonada

Chiloé con Victoria. Era una casa grande, la segunda que arrendaba la Misión en Chile. No recuerdo bien la edad, pero eramos chicas. Uno de los líderes estaba con un resfriado hace varios días. Mi hermana chica y su mejor amiga decidieron hacerle una limonada. El enfermo se los agradeció y se la tomó toda. En un momento se me ocurrió preguntarle a mi hermana de dónde habían sacado el agua para prepararla. Eran muy pequeñas como para alcanzar la llave de la cocina. Entonces me llevó al baño y me mostró la taza del water.  El tío siguió en cama por un par de días más. En parte por el refrío y en parte por el dolor de estómago.

martes, 16 de diciembre de 2014

Hoy

Tomar un colectivo. Ir a la consulta. Caminar a la Farmacia. Caminar al centro. Tomar un café. Caminar al paradero. Tomar un colectivo a mi casa. Armar una maleta. Volver a tomar un colectivo. Bajarme en el terminal de buses. Viajar a Santiago. Bajarme en Pajaritos. Tomar el metro. Caminar a la casa de mi tía. Dejar la maleta. Almorzar. Caminar al metro. Bajarme en Pedro de Valdivia. Visitar a mi sobrino en la Clínica. Caminar al paradero. Tomar una micro. Volver a caminar a la casa de mi tía. Tomar once. Llevarme la maleta. Caminar al paradero. Tomar un colectivo. Caminar a la casa de otra tía. Conversar con mi primo. Acostarme. Escribir esto. 

domingo, 14 de diciembre de 2014

Truenos y relámpagos

No recuerdo exactamente en que año fue, pero era invierno. Volvíamos de visitar al pololo de mi hermana y estaba lloviendo. Ibamos a la casa de mis tíos que en ese tiempo vivían en el paradero siete de Pajaritos. Faltaba poco para que llegáramos y comenzó. Era una tormenta eléctrica. Creo que ha sido la única que he visto. Truenos, relámpagos y una lluvia torrencial. No nos queríamos bajar de la micro. Teníamos miedo, pero estábamos emocionadas. Finalmente tocamos en timbre y nos bajamos. La casa de mis tíos estaba a varias cuadras de la avenida y teníamos que entrar por Las Torres. Corrimos todo el camino, gritando y riendo cada vez que caía un rayo. Llegamos hechas sopa. Fue aterradoramente fantástico.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Querido diario

Después de leer Papito Piernas Largas, en el año noventa, comencé un diario de vida. Tenía catorce años. Escribí cinco, el último a los diecisiete. Hoy estaba revisando unas cajas y los encontré. Claro, al hojearlos me pude dar cuenta de cómo fui cambiando en esos tres años. El primero y el segundo, ingenuos. El tercero y el cuarto, conflictivos. El último, el acabóse. Lo entretenido si fue que encontré pegados un montón de recuerdos. Fotos, tarjetas, postales, cartas. Entradas a los conciertos de Amnistía, Silvio y a uno de Blues en Zurich. Una colilla del primer cigarrillo que fumé, un rulo de mi mejor amiga en primero medio, una moneda de a peso (el peso de la conciencia), boletos de micro, flores secas, recortes, dedicatorias de amigos y amigas, las huinchas que me pusieron en la muñeca cuando me operaron en el Hospital de Arligton y un montón de otras cosas más. Y entre todas ellas, mi primer pasaporte...






viernes, 12 de diciembre de 2014

Tiempo de paz

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Dormida

Hace algunos días alguien me visita en sueños. Es de día. Nos sentamos en una plaza. Conversamos. Eso es lo único que hacemos, conversamos. La persona que me acompaña habla de su vida y yo hablo de la mía. Los dos estamos vestidos de blanco.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Chiquitita

La niña caminaba tomada de la mano de su mamá
"Mamá, ¿me compras una sorpresa?"
"No puedo hija, tengo que comprarte las zapatillas"
"¿Y un chicle?"

jueves, 4 de diciembre de 2014

Mujer Bonita

Es como en la escena de Mujer Bonita cuando Richard Gere le muestra a Julia Roberts el collar de diamantes y en el momento en que ella va a tocarlo, él cierra la caja. Claro, en la película la situación sucede solo en una ocasión así que causa risa. Pero si lo mismo se repitiera una y otra y otra vez, se perderían la gracia y el sentido. Si ese fuese el caso, le recomendaría a Julia Roberts que dejara la caja cerrada y se retirara dignamente.



martes, 2 de diciembre de 2014

Bon o Bon

Tenía diez años la primera vez que fuimos a Argentina. Llegamos a una parcela. Era de unos misioneros norteamericanos. A mi papá lo habían invitado a dar un seminario para matrimonios y como ellos pagaron parte de los pasajes, viajamos todos juntos. Era un lugar muy bonito. Tenía árboles frutales, un parrón en la parte de atrás, pavos, ovejas y pollos. Pero lo que más nos gustó fue la piscina. Era muy grande y estaba rodeada por enredaderas. El día en que llegamos estaba nublado y se suponía que el clima iba a continuar así por un par de días. Estábamos tristes, obviamente, porque lo único que queríamos era bañarnos. Entonces una de las tías que vivía allí, nos llevó al patio y nos dijo que sopláramos las nubes. Y las tres soplamos con todas nuestras fuerzas por un rato. Entonces la tía nos dijo que esperáramos hasta el otro día. La mañana siguiente amaneció completamente despejada. Nos bañamos todo el día. Tanto que terminamos las tres insoladas. Fueron unas semanas muy entretenidas. Nos subíamos a los árboles, atrapábamos saltamontes y jugábamos con los hijos de las parejas que estaban en el seminario. Una noche nos dijeron que saliéramos al patio y esperáramos. De pronto comenzaron a encenderse pequeñas lucecitas que se movían de un lugar a otro. Era la primera vez que veíamos luciérnagas. Creo que han sido una de las cosas más lindas que he visto en mi vida. Lo otro que nos mostraron fueron los cerros que hacían las hormigas rojas. Las hormigas eran muy grandes y te mordían tan fuerte que te dejaban los dedos hinchados. Pero de todo el viaje, lo que más me gustó fue el regreso. Volvimos en uno de esos camiones grandes que cruzan la frontera. Este tenía dos acoplados. Nos despertaron como a las cuatro de la mañana. No se que tiene eso de ser chico y levantarse de madrugada para salir de viaje. A mi me daba como la sensación de algo emocionante o una cosa así. La cabina del camión tenía una cama angosta en la parte de atrás y ahí dormimos un rato. A la hora del desayuno el señor que conducía el camión nos dio Zucaritas y saláme. Pasamos a almorzar a uno de esos restaurantes para camioneros. Me puse una gorra que encontré en el asiento y nos bajamos a comer. Me acuerdo que me creía un tipo que salía en un programa de televisión que también manejaba un camión. No me acuerdo como se llamaba. Cuando estábamos en la frontera el tío nos compró unos Bon o Bon. Acá todavía no habían llegado y me gustaron tanto, que hasta el día de hoy es una de mis golosinas favoritas.